Torre del reloj

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Torre del reloj

El 17 de agosto de 1941, se hizo realidad el sueño de unos visionarios arnoienses que residían en el Uruguay.

En el Valle de San Vicente, hay una torre de piedra de más de catorce metros de altura, en la zona de Capilla de San Roque realizada por el cantero D. Manuel García Rojo conocido como Manuel de Trinidá (de Remuiño).

Allá por 1929, un grupo de soñadores emigrados comienza a idear alguna ayuda, para los que quedaron en Arnoia. Se les ocurre así la feliz idea de un reloj público, ubicado en el Turreiro, que servirá para regular las horas de riego y así evitar las discusiones por la hora que le correspondía a cada campesino para regar.

Pasaron largos años, hasta que en 1941 el Pleno del Ayuntamiento de Arnoia, reunido siendo Alcalde Don Delfín Moure Lorenzo. Don Nabor Vázquez Cao segundo teniente de alcalde, Don Avelino Rojo Martínez, gestores de la corporación y la comisión vecinal compuesta por Don Emilio Cid Nóvoa (párroco), presidente Don Evencio Álvarez Bangueses, Don Juan Reibelo Martinez, Don Lorenzo Vázquez Rodríguez, Don Arturo Rono Miguez, Don Andrés Cartelle Deaño, Don José Bangueses Santamaría, Don Celso Martínez Ledo, vocales, que representan al Centro Arnoya de Montevideo hicieron realidad el sueño.

La representación en esta localidad del «Centro Arnoia de Montevideo» hizo entrega en ese acto del día 17 de agosto de 1945 del Reloj Público de la Torre de esta Corporación (como consta en el archivo de la secretaría del Ayuntamiento).

Esta entrega fue hecha,

«con todos los derechos y obligaciones de custodia, cuidado y conservación» y como consta en dicho documento: «esperando el celo de dicha corporación especial interés en lo concerniente a la conservación de la obra, que por su alto valor municipal, que es mucho, no deja de ser una prueba inequívoca de amor a su tierra, a sus hermanos y a España, de los hijos de esta parroquia en las lejanas tierras de Montevideo».

Hacía constar el Sr. Alcalde:


«un reconocimiento de gratitud en nombre del pueblo de Arnoia también a los señores de la comisión vecinal que tan desigualmente actuaron en representación de dicha sociedad, poniendo en la obra el más acendrado entusiasmo.»

El acto de inauguración contó con la bendición de la obra, con la presencia del pueblo,

«que dio entusiásticos vivas a los hijos de este pueblo residentes en Montevideo, a la sociedad allí constituida y a la Comisión Vecinal, que fueron contestados por el numeroso público».
«Los acordes de la Banda de Música interpretaban el Himno Nacional y las «bombas» rubricaban la ceremonia.»

Hay hechos en la vida de la gente y de los pueblos que marcan un antes y un después.El Reloj de la Torre de San Roque, se convirtió con su presencia rutilante, en un símbolo de la emigración en Uruguay y en un compañero imprescindible, que marcará la vida de los labradores de Arnoia.

Son tres las esferas, que se divisan, por su ubicación en el «Turreiro» desde ambos valles de Arnoia.La Torre del Reloj, está coronada por la campana cuyo sonido anuncia las horas, la obra costó 17.000 ptas de entonces. El Ayuntamiento cubrió los gastos que le faltaban recaudar para la fiesta de inauguración.

Los que hemos vivido en Montevideo, supimos de historias vinculadas al Reloj, que nos contaban los viejos emigrantes, con lágrimas en los ojos.

Desde tiempos inmemoriales se encuentra en esa zona una pequeña Capilla en honor a San Roque. La campana de la Capilla cuando amanecía: «tocaba al Alba» y al anochecer «tocaba a las oraciones». Estos «toques» quedan sólo en el recuerdo de los mayores. Aún hoy anuncian desde su campanario la muerte de los vecinos. Antiguamente sonaban diferentes tonos para anunciar la desaparición de un vecino o una vecina.

En las fiestas continúan con su repiquetear alegrando el paisaje y procediendo la procesión del Santo o Santa que se conmemora.

El 16 de agosto de cada año, se repite la Fiesta de San Roque. Comienza la Procesión alrededor del Reloj. Dada las reducidas dimensiones de la Capilla, los vecinosasisten a la misa desde fuera con un sol de justicia, en pleno agosto. Airiños de Arnoia recorre el pueblo invitando a participar en la Fiesta.

En la zona del Reloj, los puestos de chucherías y rosquillas completan el paisaje, junto a un palco de grandes dimensiones que albergará a la orquesta que amenizará el baile por la noche.

Junto al Reloj, una cantina improvisada atendida por jóvenes del pueblo, completan el panorama.

La organización de la Fiesta de San Roque, está a cargo de un grupo de vecinos del Valle de San Vicente, que año tras año, se renueva y buscan las distintas formas de conseguir la colaboración de los vecinos.

Después de la cena, donde no faltan los pimientos ni el buen vino de Arnoia, la familia en su conjunto, acompañada por invitados, amigos del Valle de San Mauro, concurren a disfrutar de la verbena.

Es un momento de encuentro, los vecinos comparten la alegría con otros vecinos, que hacen coincidir sus vacaciones de Suiza, Alemania, Barcelona, País Vasco, Salamanca, Madrid, Vigo y Ourense con la Fiesta de San Roque.

La mayoría, llegan los primeros días de agosto para disfrutar de la «Fiesta del Pimiento» y luego continuar con la de San Roque. Los encuentros son muy emotivos y hacen de estas fiestas que cada año los fuegos sean cada más llamativos y los saludos más entrañables.

Los vecinos asisten ataviados con sus mejores galas aunque al bailar, se levante una polvareda digna de mención.

Nos despedimos de la Fiesta de San Roque, hasta el próximo 16 de agosto, dejando allí como vigía solitario, al Reloj de la Torre, cuya inscripción nos conmueve:

«El municipio de Arnoia, entrañablemente agradecido, a sus hijos residentes en Montevideo.»